Con el permiso de © K. Eggenstein: 'El Profeta Lorber anuncia las catástrofes venideras y la autentica cristiandad

Kurt Eggenstein

TERCERA PARTE

Las afirmaciones más importantes de la Nueva Revelación acerca de la enseñanza salvívica


   Según Lorber, la Nueva Revelación nos abre los sellos del Evangelio. Esta revelación purifica el mensaje de Jesús de las adulteraciones sufridas y al mismo tiempo anuncia a los hombres de la época final el auténtico contenido y sentido de la doctrina. "Por esto se ha conservado la Biblia, para dar una gran demostración de que todo ya estaba escrito antes, tanto lo que iba a ocurrir en tiempos sucesivos como lo que se iba a desarrollar gradualmente." (Pr 133).
    "Este gran don de Mi gracia viva (la Nueva Revelación) tiene el cometido de pasar a este mundo, pero cuando el mundo corrompido demuestre hambre de Mi alimento. El hambre lo prepara la Iglesia Católica. ¿Pero cómo? Por el mal alimento que da. El que recibe durante algún tiempo alimento deficiente, finalmente lo rechazará, su estómago no lo puede asimilar, en consecuencia sufrirá hambre y con avidez buscará el alimento bueno -Mi pan celestial- y se saciará eternamente. Mirad, de este modo Yo venceré." (Hi II, pág. 275).
    El tiempo anunciado debe haber llegado ya. Son muy notables, tanto la marcha silenciosa apartándose de la Iglesia Católica, como el desinterés que habitualmente se toma en los servicios dominicales y en los sermones, así como la casi absoluta indiferencia hacia la enseñanza de la autoridad eclesial. Se ha perdido la confianza y la Iglesia se encuentra aislada.
    El "Corriere della Sera" de Milán cita las palabras de un monseñor, que da a la Iglesia Católica en su actual forma medieval como mucho unos diez o quince años de existencia. "Tengo mucho que deciros, muchas cosas que ni siquiera dije a Mis apóstoles." (Hi I, pag. 53) (a los lectores de la Nueva Revelación, el autor).
    Nos informan explícitamente que nada del contenido en sabiduría, ni las explicaciones científicas en la Nueva Revelación, son producto de la mente de Lorber. Lorber mismo es consciente que no puede saber todo lo que va escribiendo. "Él no habla de lo que sabe, ni puede hacerlo, ya que es menos instruido que vosotros. Por esta razón resulta un instrumento útil para Mi, porque hay poco en su cabeza, pero mucho en su corazón..." (Hi I, pág. 174). A pesar de esto "los monosabios, sacerdotes y científicos lo intentaron todo para convencer a la humanidad de lo contrario de lo que Yo le voy a dictar (ahora)". (Pr 167).
    El hecho de que la Nueva Revelación confirme ciertas enseñanzas tradicionales de la Iglesia, puestas ya en entredicho por los investigadores críticos, puede disuadir a algunas personas dominadas por el racionalismo y materialismo a aceptar la Nueva Revelación. ¿Pero cuándo se preocuparon los profetas de los que yerran en su camino? Desde luego son impresionantes las profanaciones inflingidas al Evangelio por los falsificadores del primer periodo cristiano, y por la hermenéutica destructiva de los teólogos liberales. "Es difícil reconocer la verdad escondida entre las telarañas de mentiras." (Pr 222).
    "Desde la existencia del hombre siempre hubo individuos con esta manera de comportarse. En los tiempos actuales son los materialistas que sin temor predican aquello, y aún encuentran un gran auditorio que está de acuerdo con ellos y les aplaude." (Pr 272).
    "Tengo mucha paciencia e indulgencia hacia estos llamados espíritus de carácter fuerte, y al fin veremos si se encuentran los medio de curar su sordera." (Pr 325). El siguiente presagio de la Nueva Revelación tendrá importancia en un futuro próximo: "Ahora se acerca el tiempo en que pedirán cuentas a los hombres del por qué y para qué están en el mundo, y se les preguntará si saben la razón de Mi venida a esta tierra; ahora llega el tiempo de descubrirles Mi Evangelio, quitando la envoltura, para dejar relucir un río de luz divina. Así en estos tiempos finales muchos podrán recuperar el tiempo perdido y cumplir su misión. Por esto doy tantas explicaciones y aclaraciones". (Pr 298).


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© Texto: Kurt Eggenstein; © Edición informática; © by Gerd Gutemann G. Gutemann